DE LAS HORAS SIN SOL
Nocturno
Y este insano deseo de escapar
con una daga anclada en las costillas,
y este rumor vacío de calaveras a contraluz
que me invade mientras la noche afila mis heridas,
cuando cerrar los ojos ha de ser un viaje
a las llanuras huérfanas de tiempo
donde un día vivimos, dimos la mano al sol,
respiramos con los pulmones de par en par,
soñamos.
A las doce, la carroza imposible
volverá a transformarse en una calabaza.
Y yo tendré que regresar a mi sarcófago
mientras la vida gira en remolinos multiformes
y chorrea infinitos que no me pertenecen.
La madrugada impone su habitual psicosis aterciopelada.
Mañana volveremos a simular que despertamos.