Cuando Víctor Hugo Mica Álvarez salió de su casa el sábado pasado a bailar con amigos, jamás imaginó que la noche iba a terminar de la manera en que lo hizo
Un boliviano de 30 años denunció ante la policía y los medios de comunicación haber sido enterrado vivo como ofrenda en el marco de un ritual indígena.
Cuando Víctor Hugo Mica Álvarez salió de su casa el sábado pasado a bailar con amigos, jamás imaginó que la noche iba a terminar de la manera en que lo hizo.
Este vecino de El Alto, en la provincia de La Paz, es bailarín de una fraternidad de Tobas. Se había juntado a tomar unas cervezas y a las pocas horas perdió el conocimiento.
En entrevista con el diario local Página Siete, Álvarez describió el terrible momento en que despertó dentro de un ataúd.
“Lo único que recuerdo es que pensé que estaba en mi cama y me he levantado para ir a orinar, y ya no he podido moverme más”, declaró.
Y continuó diciendo: “Con un movimiento rompí el vidrio del cajón, empezó a entrar tierra y así pude salir. Me habían enterrado”.
En su escalofriante relato, el hombre sostuvo “me han querido meter de sullu” en alusión al término que se utiliza para ofrendas a la Pachamama.
La tradicional celebración a la divinidad andina llamada Madre Tierra, propone cada 1 de agosto enterrar alimentos, hojas de coca, chicha y alcohol para agradecer y devolver la comida y bebida que brinda la tierra a los seres humanos.
Sin embargo, cual ritual maya donde se arrancaba el corazón de las ofrendas, el grupo que atacó a Víctor lo introdujo en un cajón ubicado en lo que él aseguró que era una especie de altar que estaba a medio construir.
Luego de salir corriendo del lugar y llegar a la ruta, el hombre fue socorrido por un automovilista, que lo vio con la cabeza y el rostro cubiertos de cemento.
Así, con la cara llena de cortes y graves heridas en sus manos, lo llevó hasta la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de El Alto.
Allí los oficiales le dijeron a la víctima que debía presentarse cuando estuviera sobria: “Vas a venir sano’, me dijeron”.
“He roto el vidrio, toda mi mano me he lastimado, apenas he salido. Pero fui a la Policía y me dijeron que estoy en estado de ebriedad”, se lamentó ante las cámaras de televisión.
Mientras espera que se haga justicia, Álvarez asegura que su entierro no fue casual y que experimentó el momento más desesperante de su vida.
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