En la actualidad, este trabajo está informatizado, por lo que es muy ágil y ahorramos un tiempo vital en situaciones críticas, como una alerta de huracán o un temporal en alta mar. Ahora bien, por ejemplo, una borrasca o el ojo de ese mismo huracán pueden definir varias trayectorias. Cada una con una probabilidad diferente. Que un recorrido tenga un 60% de probabilidad no significa que vaya a cumplirse. De hecho, en ocasiones ocurre. Es decir, muy en resumen: los meteorólogos calculan en el presente, a partir de datos de situaciones parecidas del pasado, lo que va a suceder en el futuro cercano...
¿Y de dónde sacan esos datos que dicen que probablemente vaya a llover? Para saber lo que va a ocurrir en la tierra, los meteorólogos tienen a su disposición los siguientes instrumentos, que vigilan nuestra atmósfera y controlan todos los fenómenos que tienen lugar sobre nuestras cabezas:
· Satélites: los de órbita polar (situados en los polos) y los geoestacionarios. Estos siguen el movimiento de rotación del planeta y registran lo que sucede en las diferentes secciones en las que se divide artificialmente el globo terrestre para observar la evolución de fenómenos, como borrascas, tormentas, ciclones, etc. Seguro que habéis oído hablar alguna vez del satélite Meteosat en el espacio del tiempo. Este nos indica, por ejemplo, la dirección que sigue una borrasca o la velocidad del frente de nubes que lleva asociado y cargado de precipitaciones.
· Estaciones meteorológicas: repartidas por todo el mundo. Hay decenas de miles en tierra firme y en el mar, que registran desde cantidad de precipitación hasta velocidad del viento o presión atmosférica. Estos datos se combinan con los de los satélites y de las siguientes herramientas.
· En la atmósfera, aunque nosotros no podamos verlo, encontramos los globos meteorológicos, que recogen datos de la evolución de la atmósfera en cada momento: presión alta o baja, la velocidad del viento o la temperatura en las capas altas y sus variaciones. Estos datos revelan los cambios que se producirán más tarde a nivel del suelo.
· Radares meteorológicos que muestran el recorrido de la nubosidad y las precipitaciones que deja a su paso indicando la intensidad y la dirección en la que avanza.
· Modelos informáticos, los que condensan todo: todos los datos anteriores pasan directamente a programas informáticos extremadamente avanzados que determinan el tiempo que va a hacer. Estos modelos (como en MM5) se basan en complejas ecuaciones y operaciones numéricas en constante evolución, que ahora mismo no quieres que te expliquemos, a no ser que sufras insomnio.
Sin embargo, no todo es tan fácil ni se reduce a estos factores porque, por ejemplo en nuestro caso, en situaciones de anticiclón en nuestra latitud es muy sencillo saber qué tiempo nos espera. A lo sumo, nos podemos equivocar en si las temperaturas suben más o menos o algún banco de niebla.