DESTRUCCION DE PERU


Unos 180 estremecimientos telúricos con magnitudes entre los 4 y 6,2 grados Richter ha registrado Perú en este año, lo que según expertas rusas anticipa un terremoto de fuerza colosal y obliga a la adopción de medidas capaces de atenuar los efectos de este fenómeno y otros de potencial catastrófico.

Las científicas rusas Victoria Popova y Lidia Andrianova advierten la posibilidad de un terremoto de no menos de 7,7 grados en la escala de Richter en la costa peruana.

La tesis de las científicas rusas se basa en el llamado efecto "Barkhausen", un eventual cataclismo estimado para el 21 de septiembre relacionado con una erupción solar que hará colapsar las telecomunicaciones y provocará un masivo seísmo en el océano Pacífico, cuyos ondas podrían alcanzar las costas noroccidentales de Africa y Europa.

A esta teoría se suma el experto en Tectonofísica y Microtectónica de la Universidad francesa de Montepellier, el geólogo Churchill Vela, quien predice uno de igual magnitud con base en el denominado "ciclo sísmico de liberación de energía".

El doctor peruano en Ingeniería Civil Carlos Zavala también pronostica un terremoto hasta de 8,5 grados, que afectaría la capital peruana, el sureño departamento de Tacna y el litoral norte, debido al "silencio sísmico".

Zavala recordó que Lima y la provincia constitucional del Callao, distantes entre sí 14 kilómetros, registraron en 1746 un cataclismo de 8,5 grados, acompañado de maremoto.

El director de Sismología del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernán Tavera, explicó que por su ubicación geográfica, frente al denominado "cinturón de fuego" del océano Pacífico, donde se registra el 85 por ciento de la actividad sísmica mundial, "Perú presenta una alta peligrosidad".

Tavera dijo que el país debe estar preparado para mitigar los daños humanos y materiales que pudieran ocurrir en caso de un movimiento telúrico en cualquier punto de la vulnerable geografía nacional.

Aunque aún son impredecibles los terremotos, Tavera señala que hace más de 260 años hay una suerte de "silencio sísmico" frente a las costas de Lima, advirtiendo que se viene acumulando energía sísmica y que podría generar un cataclismo mayor de 8 grados en la escala de Richter.

Resaltó que es poco probable medir los silencios sísmicos, pero que de los terremotos ocurridos en China y Japón se deduce que aquellos que sobrepasan los 8,5 grados tendrían períodos de 250-300 años de retorno, y los de magnitud 8 oscilarían entre los 100-150 años.

En el caso de Perú, dos de las sacudidas más fuertes este año se registraron en el departamento sureño de Ica, donde el pasado 30 de enero sobrevino un sismo de 6,2 grados Richter, y más tarde el 7 de junio en Chuquibamba, provincia de Condesuyos, en el sureño departamento de Arequipa, otro de 6,1 grados que duró 120 segundos.

Ambos fenómenos generaron alarma, pero no víctimas ni daños materiales graves.

Perú registra un largo historial sísmico, entre ellos el terremoto de 7 grados en la escala de Richter que asoló el departamento noroccidental de Ancash el 31 de mayo de 1970, y que dejó según estimaciones diversas más de 80.000 muertos, 20.000 desaparecidos y 143.000 heridos.

El prolongado movimiento telúrico duró casi 60 segundos, fracturó la laguna de Llanganuco y provocó el desprendimiento de grandes bloques de hielo de los picos de los nevados, produciendo un alud que virtualmente enterró la ciudad y los pobladores de Yungay y varios distritos cercanos.

Además, provocó daños en un área de 1.000 kilómetros de longitud y 250 kilómetros de ancho, tanto de la región costera como de la sierra.

Otro terremoto de gran magnitud fue el que asoló Lima y el Callao el 28 de octubre de 1746, con una magnitud que superó los 8 grados en la escala de Richter, seguido de un maremoto.

Este fenómeno inundó la ciudad portuaria del Callao y gran parte de Lima, según registros de la época. Además, cobró las vidas de 18.000 personas y dejó en ruinas miles de casas.

A la lista de temblores se agrega el doble movimiento ocurrido en 2007 que se prolongó 180 segundos y alcanzó primero una magnitud 7,9 grados y en su momento crítico llegó a 8,1 grados con epicentro en el mar.

Este fenómeno, ocurrido el 15 de agosto de 2007, dejó 596 muertos y más de 70.000 viviendas derruidas o declaradas inhabitables en la provincia de Pisco en el departamento de Ica, y cuyos efectos funestos también se sintieron en las vecinas provincias de Chincha e Ica, Cañete y Yauyos y el departamento de Ayacucho.

Si bien los especialistas dejan ver que "inevitablemente" habrá en algún momento un nuevo sismo en Lima y Callao, la interrogante es aún "dónde y cuándo se producirá tal descarga de energía".

La pregunta inevitable radica en saber si Lima y el Callao están preparados para enfrentar una catástrofe natural de gran magnitud.

Luego del temblor que asoló tres provincias del sureño departamento de Ica en agosto de 2007, cada año se convoca a simulacros a nivel nacional frente a eventuales terremotos y maremotos en horas del día y de la noche.

El Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) recomienda en forma constante a la población tomar las providencias del caso y contar con equipos de auxilio para las siguientes 48 horas, consistente en radio y linternas a pilas, botiquín, alimentos no perecederos, agua potable, abrigo y otros.

De acuerdo con informes oficiales, Lima y el Callao son vulnerables a un eventual cataclismo y hasta el momento el mejor trabajo realizado en opinión de los expertos es la identificación de los suelos.

Según estos estudios, hay zonas de la Gran Lima, cercanas a las playas, que contienen mucha arena y agua; otros son arenosos; y, un tercero tiene una composición más resistente.

Un seísmo y un maremoto de más de 8 grados Richter, frente a las costas del Callao con olas de más de 10 metros de altura podrían generar una salida del mar hasta de unos seis kilómetros de tierra y podrían destruirse unas 200.000 viviendas y otras 350.000 quedarían inhabitables, según el Indeci y la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco).

Lima y el Callao han crecido en forma desordenada en las últimas cuatro décadas y en más del 50 por ciento de las áreas construidas incumplen los requisitos exigidos, lo que sustenta que al menos un tercio de los nueve millones de habitantes quedarían sin techo.

Las causas de las sacudidas más comunes en el país sudamericano son las tectónicas, producidas por el desequilibrio de la corteza terrestre, al colisionar la placa de Nasca, que se extiende desde Panamá hasta Chile, con su par sudamericana, desde la fosa marítima del límite de Perú con Chile hasta el eje de la cordillera del Atlántico sur.

La primera placa se desplaza a un promedio de entre nueve y 11 centímetros cada año, y está vinculada a los temblores en América del Sur.

El desequilibrio de las placas o capas tectónicas no son las únicas que generan los movimientos, también las fallas geológicas, las erupciones volcánicas e incluso la caída de un meteorito.

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