150 españoles combaten en zonas en conflicto y cada uno estaría en contacto con una media de dos allegados
Los Servicios de Inteligencia han detectado que españoles que combaten en zonas en conflicto como Siria e Irak, sobre todo bajo disciplina de Estado Islámico (EI), están exhortando a sus amigos que por una u otra razón no siguieron sus pasos para que cometan atentados en nuestro país, como fórmula alternativa de hacer también la yihad contra el infiel. Esta modalidad de terroristas en potencia incrementa el nivel de riesgo, que se extiende también a cualquier país de occidente que tiene nacionales combatiendo a favor del «Califato Islamista».
Los últimos datos en poder de los Servicios de Información sitúan en torno a 150 el número de españoles desplegados en Siria e Irak. No hay constancia de que en la actualidad haya compatriotas haciendo la yihad en Malí y tampoco se ha detectado presencia de ellos en Libia, un país en el que los terroristas de EI avanzan aprovechando la situaciónde caos que ha derivado en un estado fallido.
De ello se desprende que se mantiene el goteo incesante de combatientes que desde nuestro país se desplazan a Siria e Irak. Es decir, ni hay tendencia a la baja ni tampoco se ha visto un repunte. España sigue así entre los países de la Unión Europea con menos nacionales desplegados en las zonas en conflicto, en parte, por la eficacia de las Fuerzas de Seguridad y las distintas medidas adoptadas para frenar el reclutamiento, lo que le ha convertido en referencia antiterrorista en la comunidad internacional. Sí se ha detectado una mayor presencia de mujeres y menores entre los reclutados en nuestro país con destino al «Califato Islámico», bien para convertirse en terroristas suicidas o, en el caso de las muchachas, en esclavas sexuales. Una de las células desmanteladas en España se dedicaba exclusivamente a reclutar mujeres.
Retornados detenidos
Desde hace aproximadamente dos años, los países occidentales mantienen activadas las alarmas ante el riesgo de que estos desplazados, tras permanecer un tiempo haciendo la yihad, retornen a sus países de origen, más radicalizados si cabe, con experiencia en conflictos bélicos y, por tanto, preparados para atentar. El caso deAyoub El Khazzani es, de momento, el último conocido. No sin dificultades, los Servicios de Inteligencia pueden conocer más o menos qué ciudadanos de un determinado país han viajado a aquellas zonas asoladas por Estado Islámico y controlar, en colaboración con otras agencias, sus movimientos en el caso de pretender retornar. En España, por ejemplo, ya han sido detenidos varios de los yihadistas que regresaron.
El problema se agrava al constatarse que los combatientes desplazados están enviando mensajes a sus amigos de mayor confianza, a través de las redes sociales, en los que les comentan que para hacer la yihad no hace falta desplazarse allí, sino que pueden hacerla en España perpetrando atentados con los medios de los que dispongan: cuchillos, atropellando con el coche, envenenando depósitos de agua... Las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC calculan que cada combatiente puede tener una media de dos amigos de su máxima confianza. Se trata, por tanto, de terroristas en potencia, mucho más descontrolados para los Servicios de Inteligencia.
Retornados, amigos instigados desde la distancia para cometer atentados... Y, además, los denominados «combatientes frustrados». Esto es, aquellos que eludieron una operación policial cuando estaban a punto de desplazarse a Siria o Irak, pero que el desmantelamiento de su célula les despojó de la logística necesaria para preparar y realizar el viaje. Se trata también de terroristas en potencia porque ya se han sometido a procesos de radicalización y adoctrinamiento, han interiorizado el compromiso de sumarse a la yihad, de tal manera que pueden desahogar su frustración cometiendo atentados en su propio país.
Riesgo alto
España mantiene, de momento, el nivel 4 de alerta por riesgo alto de atentado yihadista. Se activó a raíz de los últimos atentados de Túnez y Francia, entre otros motivos, atendiendo a la proximidad geográfica de ambos escenarios elegidos por los seguidores de EI. Se da la circunstancia de que tras aquellas salvajadas, las redes sociales se incendiaron con redobladas amenazas dirigidas a España. Y no solo bajo el pretexto de recuperar Al Andalus, sino como represalia por las operaciones antiterroristas que llevaron a la cárcel a destacados cabecillas islamistas. El caso es que los responsables antiterroristas aconsejaron hace escasas fechas al Ministerio del Interior mantener ese nivel de alerta porque a todo ello se ha sumado otro factor de riesgo: una comunicación procedente de la República Arábiga, donde Al Qaida concentra capacidad operativa, hacía un llamamiento a los «hermanos musulmanes» para que liberen a los presos recluidos en cárceles españolas por delitos relacionados con su actividad yihadista. Con especial insistencia en los arrestados este año.
Un reciente informe de Estados Unidos muestra su preocupación por la creciente influencia extremistas entre conversos españoles.