Los vampiros necesitan invitación para entrar en una casa.
El ministro de Economía, Sergio Massa, aprovechará el viaje de principios del mes próximo a Washington para comenzar a negociar un nuevo préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero esta vez no se tratará de uno de US$ 57.000 millones como el que pidió el gobierno de Mauricio Macri en 2018 ni uno de 44.000 millones como el que solicitó el ex ministro de Economía Martín Guzmán para pagar el tomado por Cambiemos sino otro más modesto de 1.300 millones que vendría a reforzar las alicaídas reservas del Banco Central.
Los recursos no vendrían de los créditos habituales del FMI sino de un Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad que creó el organismo en abril pasado para asistir a países de ingresos medios, como la Argentina, y bajos para que inviertan en la lucha contra el cambio climático y para la recuperación de la economía pospandemia. El nuevo Fondo dispone de US$ 650.000 millones para repartir, de los cuales la Argentina puede pedir hasta 1.300 millones. Aunque ya fue aprobado, sólo se pondrá en marcha en la asamblea anual del FMI en octubre próximo, según desea su directora gerenta, Kristalina Georgieva. Guzmán había sido uno de los impulsores de la creación del nuevo Fondo. Si bien los recursos deberán destinar a cuestiones ambientales, también servirán para mejorar la posición de divisas del país.