Cuando pensamos en la palabra cognición, solemos imaginar al cerebro como el centro de operaciones. Creemos que solo los seres vivos dotados de un sistema nervioso complejo pueden procesar información, aprender, recordar y tomar decisiones. Pero, ¿qué pasaría si esa idea estuviera incompleta?
El biólogo Michael Levin, en una reciente entrevista para Popular Mechanics, lanza una afirmación que rompe con todo lo que creemos saber:
"La cognición y los tipos de mente existen fuera del cerebro".
Sí, leíste bien.
Aunque todavía no tiene una teoría definitiva sobre la conciencia, está trabajando en algo que podría cambiarlo todo. Su investigación nos empuja a ampliar la idea de mente y nos invita a pensar en que quizás… hay más mentes de las que imaginamos, y no todas tienen forma humana.
¿Conciencia solo en humanos?
La mayoría de nosotros da por sentado que al conversar con otra persona, ambas partes poseen conciencia. Pero Levin propone algo más provocador: ¿y si también nuestros órganos tuvieran una especie de mente? ¿Y si células, tejidos u otras estructuras del cuerpo fueran capaces de tomar decisiones o adaptarse de manera inteligente?
Desde su laboratorio, el equipo de Levin intenta justamente eso: darle voz a esas inteligencias ocultas. ¿Cómo? Creando tecnologías que puedan comunicarse con estos sistemas biológicos como si fueran... mentes alienígenas.
No se trata, claro, de mantener una charla con tu riñón como si fuera tu mejor amigo. Pero sí de entender qué le está costando, qué necesita, o cómo responde ante distintos estímulos. Levin lo dice sin rodeos:
"No existe ni una sola teoría de la conciencia que te diga por qué tiene que haber un cerebro".
Mentes dentro de mentes
Según Levin, somos un ecosistema de conciencias. Nuestro cuerpo estaría lleno de sistemas inteligentes que operan en múltiples niveles. Y parte del problema es que seguimos intentando entender la inteligencia en términos de espacio físico tradicional, tridimensional. Pero hay otros "espacios" igualmente válidos y reales: el metabólico, el fisiológico, el genético. En esos espacios también ocurre cognición.
¿Y la inteligencia artificial?
Esto nos lleva a otra gran pregunta:
¿La inteligencia artificial necesita un cuerpo o un cerebro para ser considerada cognitiva?
Del mismo modo que la química no explica todos los misterios del cerebro, los algoritmos no explican completamente lo que hace una mente. Pero eso no significa que no estemos, también ahí, frente a una mente alienígena.
La inteligencia artificial ya está moldeando nuestro presente, y sin dudas será parte clave de nuestro futuro. Pero quizás, en vez de intentar replicar la mente humana, debamos aprender a comprender estas nuevas formas de conciencia por lo que son: distintas, pero válidas.
Y tal vez, solo tal vez, entender estas otras mentes nos abra una nueva puerta para redefinir lo que significa pensar, sentir y estar consciente.