YO MIENTO,TU MIENTES,TODOS MENTIMOS


Exsoldado israelí, Daniel Ariely es ahora jefe de investigaciones del Instituto Tecnológico de Massachussets.
Desde cuestiones domésticas como infidelidades u olvidos hasta grandes conflictos bélicos o financieros que han sacudido el mundo, mentir forma parte de la condición humana, según analiza el matemático y filósofo Daniel Ariely en su flamante obra "Por qué mentimos", un minucioso trabajo sobre los disparadores del engaño.
La mentira se halla presente en la conducta humana desde el principio de los tiempos y no sólo está destinada a los demás sino muchas veces hacia uno mismo. Sin embargo, pocos se han ocupado de desentrañar las claves que llevan a una persona a caer en ella y menos aún a estudiar por qué el ser humano se autoengaña.
¿La gente miente cuando es obligada a colaborar? ¿Son los creyentes más honestos? ¿Sobre qué temas resulta más sencillo mentir? ¿El miedo a ser descubiertos reduce la tendencia al engaño? ¿Es el autoengaño una forma de protección?
A partir de estos interrogantes, Ariely se vale del cruce interdisciplinario para construir una obra que reflexiona sobre las limitaciones del cerebro y pone al descubierto los claroscuros de quienes se autodefinen como honrados mientras incurren en toda clase de embustes.
Este catedrático de Psicología y Economía conductual en la Universidad de Duke examina las fuerzas contradictorias que inducen a la mentira, a la vez que introduce pautas para protegerse del engaño, no solamente del producido por terceros sino también por uno mismo.
"Mentimos a nivel individual y a nivel colectivo, en trivialidades y en grandes escándalos financieros, en nuestra vida cotidiana y sobre nuestro pasado. Dejamos la ética de lado por un pequeño descuento, un placer carnal, una nota más alta, una codicia desenfrenada o la leve ventaja respecto a nuestro competidor directo", esboza Ariely al comienzo de la obra.
De nacionalidad israelí, el autor fue soldado, carrera que tuvo que abandonar al sufrir un grave accidente. Desde entonces decidió dedicarse a estudiar, primero Física y Matemáticas en la Universidad de Tel Aviv y, más tarde un máster en Psicología Cognitiva en la de Carolina del Norte y posteriormente, realizó un doctorado en Negocios por la Universidad de Duke.
En la actualidad es jefe de un grupo de investigación creado en el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts, al tiempo que colabora con artículos en prestigiosas publicaciones como "The New York Times" o "The Wall Street Journal".
Considerado un gran divulgador cuyos textos se centran principalmente en aspectos relacionados con la conducta, antes de "Por qué mentimos" había publicado dos libros que se posicionaron en los primeros puestos del ranking de ventas: "Las trampas del deseo" y "Las ventajas del deseo", donde exploraba los sutiles mecanismos de nuestra mente a la hora de tomar decisiones.
En su nuevo trabajo, para ilustrar los alcances y disparadores de la mentira Ariely incluye numerosos experimentos y hasta anécdotas personales que, a la manera de un manual de autoayuda, invitan a reflexionar sobre cómo obraría el lector en cada uno de los ensayos.
Por ejemplo, el investigador llevó a cabo un experimento que consistió en reclutar a varias estudiantes y asignarle una de tres situaciones diferentes relacionadas con un par de anteojos: auténtica, falsa o sin información.
"En la auténtica, les decíamos que se pondrían gafas de Chloé de diseño. En la falsa, lucirían gafas de imitación que parecían idénticas a las de Chloé (de hecho, todos los productos que usábamos eran McCoy auténticos). Por último, en la condición sin información, no decíamos nada sobre la autenticidad de las gafas", explica el autor.
"A continuación, las mujeres debían interactuar con un viejo amigo con quien podían o no engañar sobre determinadas cuestiones. Las que más engañaron fueron las que llevaban imitaciones. Gracias al grupo de control que no sabía si llevaba artículos falsificados o no, se dieron cuenta de que llevar un artículo auténtico no las hacía más honestas: lo que le hacía más deshonestas era llevar un artículo falso", acota.
Así, las conclusiones de Ariely apuntan a demostrar que llevar a sabiendas un artículo falsificado relaja en cierto modo las limitaciones morales, es decir, distorsiona cómo los individuos se perciben a sí mismos.
El autor, que entre otras hipótesis demuestra que los individuos tienen a no mentir y a no robar cuando son vigilados, se dedica también a desentrañar conflictos de incumbencia social, desde casos de mala praxis médica inducidos por el afán de lucro hasta las manipulaciones de los economistas y las calificadoras de riesgo. 

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