Pero la periodista y legisladora porteña falleció y, hasta ahora, nadie puede explicar qué pasó. La hipótesis más fuerte de la familia, que guía la investigación judicial, indica que este podría haber sido un caso de mala praxis. Las sospechas apuntan a los profesionales que realizaron el estudio y al Sanatorio de la Trinidad. Según fuentes vinculadas a los familiares, existen dos líneas de investigación que deberán probarse en la Justicia: 1) El endoscopio estaba roto y no se pudo controlar el ingreso de aire al cuerpo de Pérez Volpin, que terminó colapsando. 2) El endoscopista maniobró mal la pinza que tiene el aparato y lastimó el esófago.
Para colmo, los familiares de Pérez Volpin creen que el endoscopio que secuestró la Justicia no es el que habría sido utilizado en el procedimiento. De probarse esto, sería un golpe mortal para La Trinidad, que además está sumida en una interna feroz entre médicos y autoridades.
¿Hepatitis?
La noticia del fallecimiento sorprendió a la familia y amigos de Pérez Volpin. Desde La Trinidad hicieron trascender, de forma extraoficial, que la mujer sufría un cuadro de “hepatitis importante” que habría sido determinante en el desenlace fatal, en su entorno insisten en que esa información sólo responde a una maniobra de la institución para obstaculizar la investigación. “Esa información no está en la historia clínica. Nunca Débora comentó que tenía hepatitis.
Tampoco se lo dijeron a los familiares cuando les comunicaron la muerte. Se deslizó ese dato en la prensa pero la autopsia va a decir la verdad”, contó a NOTICIAS una fuente cercana a la querella en la causa caratulada como “Homicidio culposo”.
Al día siguiente de la muerte, se realizó la primera etapa de la autopsia, que consistió en la inspección ocular y macroscópica por parte del cuerpo de peritos que intervino en la causa. Según pudo saber NOTICIAS, a partir de esa observación a la familia no le quedaron dudas que, en este caso, hubo una falla humana. Una fuente cercana a los expertos forenses contaron que había lastimaduras en el estómago y en el esófago. “Las primeras generaron dudas ya que pueden haber sido producidas por el propio organismo de Débora pero, las segundas fueron producidas por algo externo. Eran diez líneas verticales muy claras. Ningún perito tuvo dudas cuando las vio”, agregó.
Ahora el mismo cuerpo de peritos fue convocado para llevar adelante la segunda etapa de la autopsia junto a los especialistas que realizarán el estudio microscópico, que contiene el estudio de los tejidos (histopatología), análisis bioquímico y toxicológicos.
Diego Pirota, que representa a la familia que se constituyó como querellante, decidió mantenerse alejado de la prensa hasta que no haya más precisiones. Eduardo Gerome, el letrado designado por la anestesióloga Nélida Puente, fue uno de los primeros en hablar y afirmar que su clienta (que se presentó de forma voluntaria ante la Justicia y puso peritos de parte en la autopsia) no tiene responsabilidad en la muerte ya que su accionar durante la endoscopía “fue impecable”. Isaac Churba, el abogado del endoscopista Diego Bialolenkier, apareció en la escena mediática casi una semana después de la muerte de Pérez Volpin y planteó una posición similar a la del Sanatorio, que vinculó la muerte con una condición previa de la periodista. Todos dieron el primer paso pero recién cuando los estudios estén completados, cada uno desplegará su propia estrategia legal.
En el medio, la familia de Pérez Volpin, se refugia en los amigos y en la intimidad. Decidieron que todavía no van a hablar en público. Hoy, cuentan sus conocidos, “tienen muchísima bronca porque a medida que se conocen datos, más se confirma que la muerte se podría haber evitado”.